Al menos 45 personas, en su mayoría mujeres, niños y adultos mayores, murieron tras un bombardeo israelí en un campamento para desplazados en Rafah, en el sur de Gaza, según informó el Ministerio de Salud local el lunes 27 de mayo. El incidente ha sido calificado como "grave" por las autoridades israelíes, quienes han iniciado una investigación. A pesar de que el ejército israelí sostiene que el ataque se realizó con misiles de "alta precisión" y que murieron dos altos mandos de Hamás, el grupo islamista ha denunciado el hecho como una "masacre".
El ataque tuvo lugar en una zona designada como segura por las tropas israelíes. Aben Mohammed Al-Attar, uno de los desplazados, criticó la falta de seguridad en Gaza y lamentó la muerte de sus familiares. La comunidad internacional ha condenado el ataque, y Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, propuso reanudar la misión civil de asistencia fronteriza EUBAM en Rafah.
Desde el inicio de la incursión militar terrestre israelí el 6 de mayo, cerca de 800,000 palestinos se han desplazado nuevamente dentro de Gaza, buscando zonas seguras. La situación humanitaria sigue siendo crítica, con numerosas víctimas y heridos graves enfrentando quemaduras severas.
