En la República Dominicana, las cárceles están en una situación crítica de sobrepoblación, superando su capacidad en un alarmante 60.84%, según un informe reciente elaborado por la Oficina Nacional de la Defensa Pública. Este preocupante panorama refleja una realidad desafiante en las 41 instituciones penitenciarias del país, compuestas por 22 del nuevo modelo penitenciario y otras 19 de modelo tradicional.
El informe señala que estas cárceles, destinadas a albergar a 15,643 individuos, actualmente contienen a 25,711 personas privadas de libertad, evidenciando una diferencia de 10,068 reclusos. Entre ellos, se cuentan 661 mujeres y 702 adolescentes, una cifra que representa una preocupación particular y que merece atención diferenciada.
Un dato alarmante es que el 70% de los reclusos se encuentran en calidad de presos preventivos, y la mitad de ellos ya ha superado el tiempo de reclusión establecido como medida de coerción. Este hecho plantea serias interrogantes sobre el sistema judicial y su eficacia en la administración de justicia.
La situación más crítica se observa en la cárcel de "La Victoria", con un hacinamiento del 361%, donde la población de reclusos supera en gran medida la capacidad del recinto. Además, se reporta que al menos 60 de estos reclusos padecen trastornos mentales, lo que agrava aún más la complejidad del problema.
El hacinamiento no solo impide la adecuada clasificación de los reclusos según el nivel de delito o la condición legal, sino que también obstaculiza los esfuerzos de rehabilitación y reinserción social, perpetuando un ciclo de violencia y delincuencia.
Otros centros penitenciarios también enfrentan serios problemas de sobrepoblación, como el centro del 15 de Azua con casi un 300%, El Seibo con más de un 190%, Cotuí con más de un 193%, Nagua con un 340% y Barahona con poco más del 200% de su capacidad. Este escenario de hacinamiento conlleva diversas dificultades, desde la falta de espacio hasta la escasez de camas, utensilios y alimentos.
Además de la sobrepoblación, el informe resalta otras condiciones precarias dentro de las cárceles, como la falta de energía eléctrica, la ausencia de luz natural en muchos espacios, celdas oscuras y malolientes, estructuras en estado de deterioro y sistemas de drenaje deficientes.
La superación de esta crisis demanda acciones urgentes y coordinadas por parte de las autoridades pertinentes, así como una revisión integral del sistema penitenciario dominicano para garantizar condiciones dignas para todos los individuos privados de libertad y avanzar hacia un sistema más justo y efectivo.
